ideas atropelladas

Por veces sentía como si su cabeza fuese un tiovivo de tropel disciplinado, rodando bajo el ritmo continuado de la misma idea. En esos momentos sentía el deseo irrefrenable de bajarse en marcha de sinuosa atracción pueril, convirtiendo esos elegantes caballos adiestrados en majestuosos animales alados que le permitiesen, por fin, plasmar el excéntrico carrusel de su teatro espiritual. Otras veces, la mayoría, sentía que nunca deberían cesar de girar...

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