quizás

Irracionalmente arrastrada, por veces, a tardes de parques de ciudad, dejándose caer en bancos vacíos de soledad, para deleitarse con palabras vagabundas de personas inquietas de tiempo despojado. Bajo seductora concomitancia teje, sin saberlo, horas en segundos, cual ridícula araña de clima tropical, enlazando recónditas sonrisas a palabras siempre en demasía cautelosas. Devorando el tiempo de este modo hasta que la silueta de las sombras se funde en abrazo con la hosquedad de la noche. Quizás nuevas tardes llegarán mañana.

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